CONTIGO APRENDÍ
PREMIO FERNANDO LARA DE NOVELA 2011
''Cómo una mujer bella dejó de ser sólo bella para aprender a ser sólo libre''
Hay historias con las que escribir grandes novelas y hay, además, historias que se hace necesario novelar. Esto lo sabía Silvia Grijalba cuando decidió esperar a que fallecieran su padre y su abuela, protagonista de este relato, para afrontar el reto que siempre supone escarbar en las raíces sobre las que hemos crecido. La sofisticación y peculiaridad de Mori, como cariñosamente era conocida María Luisa entre los suyos, marcó su infancia y su percepción de la belleza, la aventura, el riesgo y la autenticidad. Contigo aprendí es la historia de una mujer decidida, capaz de abandonarlo todo por amor y salir adelante por sí misma. Una mujer adelantada a su tiempo, apasionada, fuera de lo común, de una belleza excepcional.
El resultado es una obra construida en torno a los pilares de una novela atrayente, de todo punto: un estilo fluido y goloso en su sencillez, personajes extremos por su singularidad, un triángulo amoroso definitivo para la protagonista -que nunca supo vivirlo desde lo tangencial- y un contexto glamouroso y sensual, a caballo entre la percepción fría y contenida de la belleza innegable de María Luisa y el choque frontal que esto supuso con su contacto con lo tropical.
Con un sentido estético preciso y comedido, la presentación de María Luisa como una belleza proverbial no se ve desmerecida con la cuidada presentación que de José Rodríguez nos hace la autora, brillante en sus contradicciones y certezas, jugando con ambos al antagonismo, y sosteniendo la trama gracias a Fernando, la otra cara de la masculinidad.
Las localizaciones que esta novela nos regala elevan al cubo este triángulo amoroso, pues asimismo María Luisa decide su propio rumbo entre Cuba, Nueva York y una España que deja atrás junto con todo lo que de sí misma está en entredicho, y que deberá reconducir y reinventar si desea descubrirse desde un ángulo distinto al que todos han elegido por ella, previamente, y al que, desde luego, se ha dejado arrastrar movida por la ceguera del dolor ante el abandono y la soledad sobrevenida.
En María Luisa pueden verse todas las mujeres, aquellas tocadas por el don de la belleza y también aquellas que no, ante el alcance de las cárceles que a menudo permiten que se les construyan en torno, y que limitan la percepción que tienen de sí mismas como herencia convenida con los suyos y como ejercicio que no han hecho de reconstrucción de sí mismas. Esta novela nos presenta la verdad universal tantas veces escuchada desde otro prisma: no se puede vivir con miedo y sólo se vive por amor, pero la excelencia es aquello que soporta bien el paso del tiempo.
Ese aprendizaje personal, ese trastorno nunca banal, sino concreto y definitivo, se vive cuando se elige, y como se desea, pero María Luisa Álvarez Bohem lo vivió además a lo grande, desde la atalaya de la belleza, los viajes, el innegable atractivo de la edad dorada de alta costura (Balenciaga, Poiret, Schiaparelli … ), el brillo cegador de los círculos sociales de los elegidos y la iniciación a una vida nueva con la certeza del riesgo en cada cambio, en cada paso.
Silvia Grijalba ha sabido recrear una época fascinante a través de un lenguaje muy sensual y un estilo transparente. La agarrotada y reprimida sociedad de la España de los treinta contrasta profundamente con el ambiente sofisticado, culto y glamuroso de la sociedad neoyorkina y el mundo vehemente y voluptuoso de La Habana. Son tiempos de esplendor pero también de grandes contrastes y de profundos cambios, sobre todo para las mujeres. La Ley Seca en Estados Unidos; la proclamación de la República a España; el momento en el que Nueva York comienza a desplazar a París como ciudad cultural del mundo. Una época, en definitiva, fascinante, que la autora ha sabido recrear con esmero, agilidad y pasión.
Silvia Grijalba sabía que alguien como su abuela trasciende su propia época y queda siempre en memoria de los demás como un ejemplo para los suyos y como un retrato para los que no la conocieron pero hubieran deseado hacerlo.
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